La santa palabra
C. Gourgey Ph.D.
Soy la palabra no hablada. Soy la palabra hablada y no escuchada.
Soy la palabra «ayúdeme» del anciano yaciendo en la cama, en dolor, en sudor, y nadie viene.
Soy la palabra «necesito» de la mujer sentada en el pasillo, que tiene sed y nadie tiene tiempo para traer un vaso de agua.
Soy la palabra «¡Ay!» de la mujer que están cambiando en la cama, tratándola bruscamente como un saco de papas.
Soy la palabra «¡porfavor!» del pobre que necesita asistencia para ir al baño y de quien nadie hace caso.
Soy el gemido de la sordomuda que nadie entiende. Soy el grito del demente que perturba y que asusta.
Soy el suspiro del aislado que ha perdido la esperanza, rindiéndose a la inevitabilidad de la muerte.
Estas palabras resuenan por todas partes; sin embargo son inaudibles. «Al principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.»
«Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron.»
La santa Palabra. La Palabra de Dios.